domingo, 21 de mayo de 2017

Tipos de respiración


Tipos de respiración


La respiración es un proceso vital el cual consiste en la entrada de oxígeno al cuerpo de un ser vivo y la salida de dióxido de carbono del mismo, así como al proceso metabólico de respiración celular, indispensable para la vida de los organismos aeróbicos.

Según los distintos hábitats, los distintos seres vivos aeróbicos han desarrollado diferentes sistemas de hematosis: cutáneo, traqueal, branquial, pulmonar. Consiste en un intercambio gaseoso oxígeno, necesario para la respiración celular, y se desecha dióxido de carbono y vapor de agua, como producto del proceso de combustión del metabolismo energético.

Plantas y animales, lo mismo que otros organismos de metabolismo equivalente, se relacionan a nivel macroecológico por la dinámica que existe entre respiración y fotosíntesis. En la respiración se emplean el oxígeno del aire, que a su vez es un producto de la fotosíntesis oxigénica, y se desecha dióxido de carbono; en la fotosíntesis se utiliza el dióxido de carbono y se produce el oxígeno, necesario luego para la respiración aeróbica.

La reacción química global de la respiración es la siguiente:
C6 H12 O6 + 6O2 → 6CO2 + 6H2O + energía (ATP)

La respiración no es solamente una actividad de los pulmones. Todo el organismo respira a través del pulmón. Quien captura el oxígeno y quien expulsa el dióxido de carbono es todo el organismo. Sus miles de millones de células consumen oxígeno incansablemente para liberar de los glúcidos (azúcares) la energía necesaria e indispensable para realizar sus actividades.



Respiración pulmonar.
La respiración pulmonar es propia de los mamíferos, reptiles, anfibios y aves, los órganos que realizan este tipo de respiración son los pulmones, que son una especie de sacos rodeados de vasos capilares que realizan el intercambio gaseoso. Los pulmones oxigenan la sangre mediante los vasos capilares y ésta es conducida hacia el corazón para ser circulada en todo el cuerpo. Los pulmones se conectan al exterior mediante conductos tubulares que generalmente reciben el oxigeno a través de orificios nasales.

La respiración humana consta básicamente de los siguientes procesos:
Inhalación y exhalación: la entrada y salida de aire a nuestros pulmones.
hematosis: intercambio gaseoso en los alvéolos pulmonares.
Transporte de oxígeno a las células del cuerpo.




Respiración celular.

En el proceso de inhalación, llevamos oxígeno a la sangre y expulsamos el aire con el dióxido de carbono de desecho. En la inhalación también llevamos consigo una gran cantidad de elementos contaminantes y polvo, pero la nariz cuenta con una serie de cilios (pelos) que sirven de filtro para retener aquellos de mayor tamaño. De ahí, que se recomienda realizar el proceso de respiración por la nariz. La boca no cuenta con estos filtros y desde luego no está preparada para retener ese tipo de partículas nocivas para nuestra salud.




Respiración branquial.
La respiración branquial es aquella que se lleva a cabo a través de las branquias (estructuras que también se conocen con el nombre de “agallas”). Una gran cantidad de animales acuáticos dispone de estos órganos que permiten absorber el oxígeno que se encuentra en el agua y eliminar el dióxido de carbono.
Los peces, de este modo, usan las branquias para la absorción de oxígeno, que luego pasa a la sangre y llega a los tejidos. El proceso de respiración se completa cuando el animal expulsa el dióxido de carbono que se produce en la respiración celular.
Mientras que los pulmones que tienen los seres humanos y otros mamíferos son internos, las branquias son externas. Estos órganos respiratorios sirven para comenzar un proceso que luego continúan los tejidos, donde a nivel celular las mitocondrias (orgánulos celulares) trabajan en la producción del dióxido de carbono que finalmente se elimina.
Para que los gases puedan intercambiarse con éxito, es necesario que no existan barreras entre el agua que ingresa y las células de la epidermis; por esta razón, incluso en aquellas especies cuya piel presenta fuertes escamas, los tejidos de las branquias son frágiles y blandos. En cuanto a su anatomía, podemos distinguir entre dos formas de branquias:
* una que se compone de una ramificación de apéndices de un gran tamaño (relativo al del animal). Esta se aprecia en anélidos, larvas de tritones y salamandras, moluscos y larvas de insectos;
* una que consiste de hendiduras que comunican el tubo digestivo con el exterior, la cual podemos observar en los vertebrados acuáticos a los que denominamos peces. Se ven como láminas que se superponen y recorren los vasos sanguíneos.
La respiración branquial, de todos modos, se desarrolla de distintas maneras de acuerdo a la especie. Los peces que cuentan con un esqueleto óseo se encargan de bombear el agua desde la zona bucofaríngea hasta una cavidad que se encuentra debajo del opérculo (una aleta que protege las branquias gracias a su dureza, y que se abre cuando se cierra la boca para permitir el flujo de agua con poca presión). En ese recorrido, el agua atraviesa las branquias que se encargan de la absorción del oxígeno y de su posterior distribución a todo el cuerpo a través de la sangre.






Respiración traqueal.
En ciertas especies, como el ser humano, la tráquea es el sector de las vías de respiración que se extiende entre los bronquios y la laringe. En los insectos, en cambio, se denomina tráquea a los conductos ramificados que forman su aparato respiratorio.
La respiración traqueal, por lo tanto, es aquella que llevan adelante los insectos, los arácnidos y otros seres vivos haciendo uso de estos órganos. Las tráqueas dan lugar a un sistema compuesto por estos conductos, los cuales ingresan en los tejidos. De esta manera, el oxígeno llega a las células de manera directa y no interviene el aparato circulatorio.
Esto quiere decir que, a través de la respiración traqueal, el aire se moviliza sin llegar al líquido circulatorio conocido como hemolinfa (que cumple una función análoga a la sangre en el ser humano y en el resto de los vertebrados). Mediante las tráqueas, los gases ingresan en las células sin otra intermediación.
Las tráqueas están conectadas al exterior mediante espiráculos o estigmas, que es el nombre que reciben los poros que se abren y se cierran. De este modo, el aire ingresa por los espiráculos, pasa a las tráqueas y circula por estos conductos. Luego llega a las ramificaciones estrechas de las tráqueas, conocidas como traqueolas, que ingresan en las células. En las traqueolas, finalmente, se produce el intercambio de dióxido de carbono, oxígeno y otros elementos
Veamos los tres elementos fundamentales del sistema traqueal en detalle:
* espiráculos: también llamados estigmas, como se menciona anteriormente, son poros de forma redondeada que pueden contar con una cavidad estructurada a base de espinas o pelos que reducen al máximo la pérdida de agua y bloquean el ingreso de parásitos y polvo, o bien que se abren de manera directa al exterior. Es importante mencionar que los espiráculos tienen más de un sistema de cierre y que en cada orden de insectos pueden estar distribuidos de forma diferente, aunque suele haber un par por cada segmento de su cuerpo;
* tráqueas: se trata de tubos huecos que permiten la circulación de los gases usados en la respiración. Cuentan con un revestimiento de cutícula y un espiral de anillos que sirven de refuerzo y sostén para evitar un eventual colapso. A lo largo de toda su extensión, presentan un tejido permeable a los gases y pueden tener sacos aéreos, o sea cámaras capaces de almacenar aire y dilatarse, los cuales resultan muy útiles durante el vuelo;
* traqueolas: es el tercero de los componentes de la respiración traqueal y consiste en la ramificación de las tráqueas, las cuales se afinan y permiten el transporte de gases metabólicos en ambas direcciones con los tejidos.
Dado que la respiración traqueal es usada por tantas especies diferentes, existen variaciones a dicho sistema, como el que presentan ciertos insectos acuáticos, los cuales tienen traqueobranquias, estructuras branquiales que poseen una capa muy delgada de cutícula en su exterior y que dan lugar a un intercambio directo de gases por medio del tegumento.








Respiración cutánea.
La respiración cutánea (es decir a través de la piel) es propia de los anélidos, anfibios (en combinación en estos dos casos con otro tipo de respiración) y de ciertos equinodermos.
En este tipo de respiración hay que distinguir el tegumento corporal, que configura la estructura respiratoria, y la piel, a través de la cual se realiza el intercambio gaseoso, la cual debe ser muy fina, húmeda y estar bien irrigada por el medio interno del animal.
El intercambio gaseoso se realiza a través de la epidermis, siempre y cuando la cutícula externa esté húmeda; algo que se consigue porque están intercaladas entre las células cúbicas del epitelio (de una sola capa), hay células glandulares.
Los animales que respiran por la piel o por tegumento viven en el medio acuático o en lugares muy húmedos, ya que solo en estos ambientes es eficaz. Poseen este tipo de respiración las lombrices de tierra; medusas y anémonas; los sapos y las ranas.
La respiración cutánea junto a la branquial, traqueal y pulmonar, uno de los cuatro tipos de respiración que pueden presentar los animales. Consiste en realizar el intercambio gaseoso a través de la piel o de ciertas áreas como la cavidad bucal o en cavidades internas que, repletas de agua, constituyen los llamados pulmones acuáticos de holoturias y ciertos moluscos gasterópodos.
Los anfibios, cuando se encuentran en estado larvario, respiran en el interior del agua a través de branquias; cuando sufren su metamorfosis para entrar en la edad adulta, pierden esas branquias y desarrollan unos pulmones para poder respirar en tierra. Poseen una epidermis muy fina y una dermis bien vascularizada para poder transportar el oxígeno a todo el cuerpo a través de la sangre.





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